El glioblastoma es uno de los tumores cerebrales en adultos más comunes, mortales y difíciles de tratar, solo un 25% de los pacientes sobrevive más de un año. El tiempo de supervivencia promedio es de 12 a 18 mese

El glioblastoma es el cáncer cerebral más agresivo. Cada año causa más de 200.0000 muertes en todo el mundo y la esperanza de vida media de los pacientes inferior a los dos años. Este cáncer da pocas opciones de vida a los pacientes que la sufren, señala Nabil Hajji, del Imperial College de Londres (Reino Unido), cuyo equipo parece haber encontrado un nuevo enfoque no solo para aumentar su esperanza de vida, sino también para curar a los pacientes.
La estrategia parece sencilla: matar de hambre a las células tumorales.
Los investigadores han empleado un fármaco -ADI-PEG20- capaz de degradar la arginina en la sangre de la circulación sistémica. La arginina, explica, «es un aminoácido semiesencial que normalmente
se encuentra en la dieta, pero requerido por una variedad de células cancerosas, especialmente aquellas que crecen rápidamente; por lo tanto, privar a los tumores de este aminoácido se ha explorado como una posible estrategia anticancerígena en una variedad de tipos de tumores, incluyendo el glioblastoma».
El estudio, publicado en « Journal Of Clinical Investigation », en el que también han participado investigadores de la Universidad de Sevilla, utilizó este medicamento con el objetivo de privar a los tumores de la arginina y reducir su crecimiento y con eso superando las dificultades que supone la barrera hematoencefálica.
En los ensayos preclínicos, señala Nabil Hajji, el uso del fármaco en combinación con radioterapia, «ha podido eliminar por completo el tumor cerebral». Este efecto, explica, se debe «principalmente a la reactivación del sistema inmunológico, especialmente las células microgliales».
La microglía es la población de macrófagos residente del sistema nervioso central (SNC) y una de sus funciones más representativas es su actividad fagocítica (que significa ‘comer células‘), presentando un rol eficaz en la limpieza de restos celulares normalmente dañados y evitando la inflamación en el tejido cerebral.
Se sabe, explica este investigador, que en los glioblastomas la microglía se infiltra y juntos forman una gran parte del microambiente tumoral que contribuye hasta el 30 % de la masa tumoral. «La pregunta que teníamos antes de empezar esa investigación era ¿por qué la microglía no puede atacar al tumor ejerciendo su actividad fagocítica?»Ya hay un ensayo clínico con un número reducido de pacientes (32) con glioblastoma que examinó el uso del mismo fármaco, y sus resultados están siendo muy prometedores y sin efectos secundarios de toxicidad
En su trabajo, al privar arginina de la sangre sistémica como pretratamiento, «hemos logrado cambiar la polaridad de la microglía a un fenotipo inflamatorio antitumorales con una capacidad fagocítica muy alta. La utilización de la radioterapia después logra curar animales con tumores cerebrales agresivos y terminales con una supervivencia total de todos los animales tratados y sin una toxicidad aparente».
Los investigadores ya han diseñado un ensayo clínico en fase I para probar sus resultados. Sin embargo, ya hay un ensayo clínico con un número reducido de pacientes (32) con glioblastoma que examinó el uso del mismo fármaco, «y sus resultados están siendo muy prometedores y sin efectos secundarios de toxicidad».
El fármaco empleado regula a su vez el metabolismo de arginina y aprovecha las alteraciones epigenéticas más comunes en los pacientes con glioblastoma para aumentar la sensibilidad a los tratamientos convencionales.
Porque desafortunadamente, comenta, hoy día solamente se puede mejorar la supervivencia de los pacientes con los avances logrados, pero no son suficientes.
«Muchos estudios preclínicos parecen prometedores; pero cuando se aplican o se prueban en la clínica, no funcionan», reconoce el investigador para quien el futuro pasa por la medicina de precisión.
«Identificando las anomalías genéticas, epigenéticas y metabólicas de los tumores y de cada paciente junto con la bioinformática ayudará a entender este tipo de cáncer y finalmente seleccionar el régimen de tratamiento adecuado y personalizado para cada paciente», señala.Hoy día solamente se puede mejorar la supervivencia de los pacientes con los avances logrados, pero no son suficientesEl futuro en el tratamiento del glioblastoma está en las terapias no invasivas, como el ultrasonido enfocado (FUS) que es una tecnología terapéutica no-invasiva con el potencial de mejorar el tratamiento de este cáncer
En este sentido, afirma, «desde KeyZell, startup biotecnológica de la que soy co-fundador, trabajamos en una innovadora herramienta asistida por Inteligencia Artificial, llamado Oncology Precisión System, que es capaz de, a partir de una gran cantidad de datos de entrada (como la información genómica, la historia clínica y tratamientos aprobados) reconocer patrones para ofrecer un valor diagnóstico o un valor pronóstico y poder personalizar un tratamiento o una combinación de fármacos para cada paciente. Este sistema creado desde KeyZell pretende ser el futuro de la medicina de precisión en oncología».
Y añade que, a largo plazo, «es importante resaltar que el futuro en el tratamiento del glioblastoma está en las terapias no invasivas, como el ultrasonido enfocado (FUS) que es una tecnología terapéutica no-invasiva con el potencial de mejorar el tratamiento del glioblastoma», que ya «se está aplicando en ensayos clínicos y se ha utilizado para cáncer cerebral pediátrico con buenos resultados y que pronto se generalizará para adultos. Este enfoque utiliza niveles más bajos de energía para romper la barrera hematoencefálica y puede abrir transitoriamente la barrera hematoencefálica a la quimioterapia, lo que permite un tratamiento eficiente de los tumores glioblastoma».